Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante
A veces me descubro elucubrando de una forma difusa, quizás inexplicable, que podría volver al pasado, a la infancia, a aquel momento en que todo empezó a fraguarse. Como si bastara con dar un paso atrás o despertarse para sentir otra vez el fuego de los quince, por ejemplo, cuando estaba sentada en el pupitre al que ahora le hablo y que ahora habitan otros.
Es muy claro el recuerdo y muy fuerte el estado al que me
arroja este vano ejercicio del cerebro. Pero nada me cuesta imaginarme con la
mochila a cuestas, recorriendo los pasos de aquella incertidumbre, regresando a
la casa casi fuera de hora, oyendo al profesor y no escuchándolo, pensando que
su voz estaba muerta, que era otro mi ahora, mi presente y que otra mi
esencia.
Que nadie viviría como yo (dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos...) era entonces el tema de mis días y eso pienso al mirar a los que viven
ahora en esa fe. Me creo que conozco lo que piensan, que sé cómo se sienten,
que podría susurrarles muy cerca de la
oreja, el murmullo de todos sus pesares, de todos sus anhelos.
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