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Mostrando entradas de abril, 2015

El oficio de vivir

No bastan las veleidades, las furias y los sueños; se necesita algo más: cojones duros.                                                      C.P. El extraño artilugio de un poema es una imperturbable realidad que soporta flemática, sin daño, cualquier definición.                                   Es una joya que resplandece en sus palabras justas, las ágatas pulidas de una lengua. Un silogismo para concebir el hecho inconcebible de estar vivo. Un camarada fiel que cobijamos y en la noche del alma nos cobija, Una semicorchea en el concierto que interpretan los astros infinitos. (…)   Carlos Marzal I Cuando escribo me gusta que el teclado haga ruido de máquina. Ir trazando en su ritmo un rastro de palabras que me lleve de nuevo al cobijo feliz de la ignorancia. Me gusta hacer descansos y estirar mi esqueleto y llevarme las manos a la cara y aspirar el aroma del jabón. Me gusta abandonarme a imágenes absurdas y buscar sinónimos en todos los diccionarios q

La higuera

¿Es locura —o bien juicio recobrado— detener el andar, pararse en medio de la acera del día para hablarle al árbol retoñado que se encuentra delante de nosotros? Para hablarle muy de cerca aunque mudos y por dentro, sin musitar palabra, pero hablarle como lo haríamos ante el amigo bueno con quien estamos siempre a gusto. Yo me detengo a veces de este modo. Me pongo en un rincón, junto al lugar que ya se había transformado en casa, en seguro recinto de la vida, y oigo el temblor de todas esas hojas como un pueblo con una sola lengua; escucho el agua de ese movimiento que es libertad al tiempo que destino, y en su verdor iluminado aprendo a ser mejor y más el ser que quiero.       Antonio Moreno ,  en Nombres del árbol ¿Qué hay en los árboles, en algunos árboles, que imanta nuestro ánimo y nos iza y nos habla y conmueve? ¿Qué algoritmo de tiempo y eternidad señala en nuestro mapa sus justas