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Mostrando entradas de 2014

Dudo, luego existo

"Lo que para él había sido análisis de probabilidades, elección o simplemente confianza en la rabdomancia ambulatoria, se volvía para ella simple fatalidad. "¿Y si no me hubieras encontrado?", le preguntaba. "No sé, ya ves que estás aquí...". Inexplicablemente la respuesta invalidaba la pregunta, mostraba sus adocenados resortes lógicos" Julio Cortázar, Rayuela Volver a los lugares donde uno ha sido feliz es un acto que entraña una porción de riesgo. Porque a veces no basta con el eco latente de una dicha pasada. Volvemos a los libros, a las casas, a los crepúsculos no sólo con la ilusión de recordar aquella plenitud, sino también, si es posible, con el vago propósito de renovarla, de hacerla renacer, de saborearla de nuevo. Algo que no siempre es posible. Pero no importa. Nos pasamos la vida ensayando pequeños rituales, cíclicos retornelos, regresos que nos hagan sentir que el tiempo no camina tan deprisa. En otoño, mi ritual preferido,

Empezar

Siempre que empiezo el curso -incluso en inicios de curso tan calurosos y apresurados como éste- pienso que si hay alguien sentado en mi clase a quien le guste escribir (o mirar, o pintar, o pensar, o llevar la contraria, o leer, o discrepar), merece la pena seguir empezando. Afortunadamente –casi como cualquier año- el principio de curso acaba dándome esa bofetada de satisfacción multiplicada por diez. Por eso, -y oídas las voces y los comentarios de un gran porcentaje del común de los mortales- a veces –o muchas- pienso que no sé en qué clase de irrealidad política o social vivimos, en qué clase de ficción televisiva en la que nos venden que los estudiantes de secundaria y bachillerato son una horda de niñatos ignorantes e insensibles poblando las aulas cual autómatas. Ni lo entiendo, ni lo veo, ni se me acaba de ocurrir la razón por la que quieren que pensemos esto. Porque lo normal, lo cotidiano, es encontrarse con gente extraordinaria y valiosa, gente a la que no sólo le gust

Recuerdos y cronopios

   ... Yo me explico los fantasmas: ¿Cómo no regresar de la muerte, algunas veces, a visitar las casas queridas? ¿Cómo no acariciar las colgaduras, entornar las puertas de los armarios, asistir al lago de los espejos, entreabrir el aire de los aparadores? Yo seré un fantasma incansable, alguna vez; ¡tengo tantas casas que visitar de nuevo, diseminadas en la ciudad, en los pueblos, en las novelas, en la historia…! Julio Cortázar, de una carta En el principio fue Cortázar. Lo leí en las tardes interminables de la adolescencia, con una mezcla de asombro y de estupefacción cercana al aburrimiento. Lo leí porque había que leerlo. Porque me habían dado un premio en el instituto que sólo podía gastarse en libros. Lo leí en tardes interminables de británico aburrimiento adolescente cuando por primera vez salí de mi casa y comprendí que la libertad y el tedio guardaban una extraña relación. Fueron horas interminables de capítulos a saltos y morellianas insomnes. Hasta que un día, p

La elección de Lord Jim

“Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace” Jean Paul Sartre. El existencialismo es un humanismo. Este año he vuelto a Rodalquilar. Hace diez años que vine por primera vez y como es lógico, las escenas de las distintas visitas terminan superponiéndose. Me gustan las repeticiones, porque con ellas el tiempo se hace redondo y parece perder su terca cualidad de fugitivo, su huída constante camino del futuro. Volver a los paisajes desiertos, a las piteras, a las palas y a las nubes que acarician las cimas de los montes, a las playas remotas, a los peces, al mar y a las terrazas, a la impunidad del tapeo y de las horas muertas, es una forma de enlazarse a la vida, de salirle a la vida por la tangente del tiempo. Leer Lord Jim junto al mar, impregnada de salitre y

Antigua luz

“Hay una casa de campo en donde he pasado varios veranos de mi vida. He pensado a veces en aquellos veranos, pero no eran ellos. Había grandes posibilidades de que quedaran muertos para mí. Su resurrección ha dependido, como todas las resurrecciones, de un puro azar.” Marcel Proust “Contra Sainte-Beuve” Cuando esta luz radiante que arrasa ahora la vida en el centro feliz de los veranos sea una luz antigua, o más lejos aún, cuando no exista esta luz de este tiempo en mis retinas, ¿qué será de este amor que ahora me viene en limpias oleadas a las manos, de esta torpe alegría que me turba cuando pienso en lo bueno de este instante de intensa plenitud? Me recuesto en la hamaca y dejo caer el libro de Banville en la hierba. Es fresca la mañana todavía y ninguna amenaza se atreve a perturbar la paz en que me hallo, abandonada a la lenta lectura y a la holgazanería de un sábado de julio. La escena que dibuja mi memoria en la pantalla del párpado tiene todos los ingredientes p